Llovía estruendosamente. Un coche conducido por un anciano de facciones muy arrugadas y mirada siniestra atravesaba en aquel momento la carretera. Al tomar la curva, el auto comenzó a patinar y dio tres angustiosas vueltas de campana antes de ir a parar sobre un denso matorral, quedando inmóvil con las ruedas girando hacia arriba. Al cabo de unos segundos, el espantoso hombre...
salió lentamente de su coche. Empezó a caminar, pero le empezó a doler la pierna. Se paró un momento para observar el sitió donde se situaba. Al final de la calle vio una luz de una cabaña, así que empezó a caminar, pero esta vez lentamente, hasta por fin llegar. En la cabaña se oía un hombre hablando pero no parecía estar nadie más dentro. Necesitaba ayuda, tenía miedo pero sabía que tenía un problema, y es probable que sea grave. Llamó a la puerta, esperó unos minutos, hasta que la puerta por fin se abrió. En la puerta había un hombre de terciaria edad, con una bata blanca que le llegaba hasta los tobillos. El hombre vio que el anciano no se encontraba bien y le pidió que entrara. Por alguna casualidad, el hombre era un científico. El hombre empezó a coger piezas de una mesa de metal y algunas cosas mas y empezó a juntarlos, hasta que lo puso en la pierna del anciano. El anciano ya podía caminar normal, gracias al hombre científico.
Número de palabras: 176
No hay comentarios:
Publicar un comentario